
Nuestra Posición de Fe y Valores
Nos identificamos con los principios doctrinales fundamentales de las Asambleas de Dios, especialmente los 16 puntos elementales de fe, los cuales consideramos esenciales para la vida cristiana y la unidad espiritual.
Al mismo tiempo, cultivamos un espíritu de amor, humildad y tolerancia hacia otras interpretaciones doctrinales que no comprometan el núcleo del evangelio. Nuestro deseo es enfocarnos en lo que nos une en Cristo, más que en lo que nos separa.
La Gracia Multiforme y el Amor como Eje Central.
En Oasis Hagerstown, reconocemos la multiforme gracia de Dios en la manera en que las Escrituras pueden ser interpretadas por diferentes comunidades Cristianas de fe. Sin embargo, estamos firmemente convencidos de que todas las interpretaciones auténticas comparten un denominador común: El Amor.
Amamos y servimos al prójimo con el mismo amor con el que servimos a Jesús.
Esta es la esencia del Evangelio y el reflejo verdadero de una vida transformada por Su gracia.
Por eso, más allá de las diferencias doctrinales secundarias, nuestro llamado es claro y simple: amar, restaurar, servir y reflejar a Cristo en todo lo que hacemos.
16 Puntos elementales de las Asambleas de Dios y los cuales abrazamos:
Los 16 Fundamentos de Fe de las Asambleas de Dios
- Las Escrituras Inspiradas
Creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, autoridad suprema para la fe y conducta. - Un Dios Verdadero
Hay un solo Dios verdadero, eterno, existente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. - La Deidad del Señor Jesucristo
Jesús es el Hijo eterno de Dios. Su encarnación, vida sin pecado, milagros, muerte en la cruz, resurrección, ascensión y regreso son esenciales. - La Caída del Hombre
El hombre fue creado bueno, pero cayó por el pecado, separándose de Dios. - La Salvación del Hombre
La salvación es por gracia, mediante la fe en Jesús. El arrepentimiento y la fe son necesarios. - Las Ordenanzas de la Iglesia
- Bautismo en agua por inmersión.
- Santa Cena, como recordatorio del sacrificio de Cristo.
- El Bautismo en el Espíritu Santo
Es una experiencia distinta de la salvación, con poder para testificar y servir. - La Evidencia Física Inicial del Bautismo en el Espíritu
Hablar en otras lenguas según el Espíritu da expresión. - La Santificación
Es un proceso continuo de separación del mal y consagración a Dios. - La Iglesia y su Misión
El cuerpo de Cristo en la tierra, llamada a evangelizar, adorar a Dios, y discipular a los creyentes. - El Ministerio
Dios llama y equipa a personas para servir en diversos roles ministeriales. - Sanidad Divina
La sanidad física es parte de la obra redentora de Cristo. - La Esperanza Bienaventurada
La segunda venida de Cristo es inminente y gloriosa. - El Reino Milenial de Cristo
Jesús reinará físicamente sobre la tierra por mil años. - El Juicio Final
Todos los seres humanos enfrentarán juicio. Los justos vivirán eternamente con Dios; los injustos sufrirán eterna separación. - Cielos Nuevos y Tierra Nueva
Después del juicio final, Dios establecerá un nuevo cielo y una nueva tierra donde morará la justicia.
Los Explicacion biblica Apologetica de los 16 Fundamentos de Fe de las Asambleas de Dios
1. La Inspiración de las Escrituras
Definición: Las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, son verbal y plenariamente inspiradas por Dios. Son la revelación escrita de Dios para la humanidad y constituyen la única autoridad infalible de fe y conducta.
Apología: Desde una perspectiva apologética, la Biblia se distingue por su unidad interna, pese a haber sido escrita por más de 40 autores, en tres idiomas y en un periodo de más de 1,500 años. Esta coherencia apunta a una autoría divina común. Jesús mismo afirmó la autoridad del Antiguo Testamento (Mateo 5:17–18), y prometió a los apóstoles la guía del Espíritu Santo para sus enseñanzas (Juan 14:26).
La evidencia histórica, arqueológica y profética también refuerza su origen sobrenatural. La precisión en el cumplimiento de profecías mesiánicas, como Isaías 53 o Miqueas 5:2, apuntan a una autoría que trasciende el tiempo. En 2 Pedro 1:20–21 se establece que los autores bíblicos no hablaron por voluntad humana, sino inspirados por el Espíritu Santo.
La doctrina de la inspiración verbal plenaria significa que cada palabra de las Escrituras es intencional y dirigida por Dios, sin anular la personalidad de los escritores. Esta visión, defendida por teólogos como B. B. Warfield, es clave para sostener una fe coherente, sin caer en el relativismo doctrinal.
2. El Único Dios Verdadero
Definición: Hay un solo Dios, eternamente existente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es un ser infinito, soberano, santo, inmutable, omnipotente, omnisciente y omnipresente.
Apología: La doctrina de la Trinidad no es una invención posterior, sino una revelación progresiva en la Escritura. Aunque el Antiguo Testamento subraya la unicidad de Dios (Deut. 6:4), también deja indicios de pluralidad en la Deidad (Génesis 1:26; Isaías 6:8). El Nuevo Testamento aclara esta pluralidad personal con claridad: el Padre es Dios (Fil. 1:2), el Hijo es Dios (Juan 1:1–14), y el Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3–4).
Apologéticamente, esta doctrina no es irracional, aunque sea supra-racional. Es decir, no contradice la razón, aunque la trascienda. La Trinidad se presenta como una unidad perfecta de esencia con distinción de personas. Esta unidad en diversidad es coherente con un Dios relacional, que eternamente ama y se comunica dentro de su propia naturaleza, lo cual explica por qué el ser humano, hecho a Su imagen, es también relacional.
Negar la Trinidad lleva a contradicciones doctrinales graves, como el subordinacionismo (inferioridad del Hijo), el modalismo (confusión de personas) o el politeísmo (triteísmo).
3. La Deidad del Señor Jesucristo
Definición: Jesucristo es eternamente Dios, el Hijo. Nació de una virgen, vivió sin pecado, realizó milagros, murió en la cruz como sustituto expiatorio, resucitó corporalmente, ascendió al cielo y regresará en gloria.
Apología: La divinidad de Jesús es el corazón del cristianismo. Negarla es destruir el Evangelio. Jesús no fue meramente un maestro moral o profeta; afirmó explícitamente ser Dios (Juan 8:58; 10:30). Sus enemigos entendieron estas afirmaciones y procuraron matarlo por blasfemia (Juan 5:18). La resurrección corporal es la evidencia suprema de su deidad, confirmada por testigos oculares (1 Corintios 15:3–8), y respaldada por un cambio radical en los discípulos.
Desde una perspectiva lógica, las afirmaciones de Jesús solo permiten tres opciones: o era un mentiroso, o un loco, o era quien decía ser. Como planteó C.S. Lewis, no es posible considerarlo “solo un buen hombre”.
La doctrina de la encarnación —Dios hecho carne (Juan 1:14)— resuelve la tensión entre la santidad divina y la necesidad de un redentor humano. Cristo es el puente perfecto entre Dios y el hombre. En Él se cumple la profecía mesiánica (Isaías 9:6, Miqueas 5:2), se satisface la justicia divina y se manifiesta el amor supremo.
4. La Caída del Hombre
Definición: El hombre fue creado bueno y recto; sin embargo, por su propia voluntad, cayó en el pecado mediante la desobediencia, y con ello trajo la muerte espiritual y física sobre toda la humanidad.
Apología:
La narrativa de Génesis 3 no es un mito moral, sino un relato teológico-histórico fundamental para entender la condición humana. Pablo reafirma esta realidad en Romanos 5:12: “por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte”. Esta doctrina, conocida como pecado original, explica racionalmente el mal universal y la necesidad de redención.
Desde una perspectiva filosófica, el mal moral y el sufrimiento no pueden explicarse adecuadamente si se niega la caída. El ateísmo lucha por ofrecer un fundamento objetivo para la moral, mientras que el cristianismo afirma que el mal es una distorsión de lo que originalmente fue bueno, introducido por el libre albedrío mal usado.
La caída no eliminó la imagen de Dios en el hombre, pero sí la corrompió, afectando su voluntad, razón y moralidad. Esta condición no se puede superar por méritos humanos, lo que prepara el terreno para la necesidad de la gracia divina revelada en Cristo.
5. La Salvación del Hombre
Definición: La única esperanza de redención para el hombre es mediante la sangre derramada de Jesucristo, el Hijo de Dios. La salvación se recibe por gracia, mediante la fe, no por obras.
Apología:
La salvación por gracia y no por obras es un distintivo clave del cristianismo bíblico frente a todas las religiones del mundo, que en su mayoría operan sobre la lógica del mérito. Efesios 2:8–9 establece claramente que “por gracia sois salvos... no por obras, para que nadie se gloríe”.
Esta doctrina responde a la condición universal del pecado y reconoce la insuficiencia de la justicia humana. Romanos 3:23-24 afirma que todos han pecado y que son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención en Cristo Jesús. La justificación (declaración legal de inocencia), la regeneración (nuevo nacimiento), la adopción (nueva identidad) y la santificación (transformación progresiva) son obras del Espíritu Santo en el creyente.
Desde una perspectiva apologética, la cruz responde a la tensión entre la justicia y el amor de Dios: Dios no puede ignorar el pecado (justicia), pero tampoco quiere condenar al pecador (amor). La muerte sustitutoria de Cristo en la cruz resuelve esta tensión (cf. Isaías 53, 2 Corintios 5:21), demostrando que la salvación es tanto un acto legal como relacional.
6. Las Ordenanzas de la Iglesia
Definición: Las dos ordenanzas instituidas por Jesucristo son:
- El Bautismo en agua como símbolo del nuevo nacimiento.
- La Santa Cena, como conmemoración de su muerte y anuncio de su segunda venida.
Apología:
Estas ordenanzas no son medios de salvación, sino símbolos sagrados que testifican de la obra redentora de Cristo. El bautismo en agua, por inmersión, es un acto público de fe que refleja la muerte al pecado y el nuevo nacimiento en Cristo (Romanos 6:3–4). Es una obediencia que no salva, pero que afirma visiblemente la salvación interna.
La Santa Cena (1 Corintios 11:23–26) no es una repetición del sacrificio de Cristo, como en ciertas teologías sacramentalistas, sino una proclamación memorial de su muerte. Apunta también hacia el futuro, a su segunda venida, lo cual la convierte en un acto escatológico de esperanza.
Apologéticamente, estos símbolos tienen un poder pedagógico y evangelístico. En la era visual y simbólica en la que vivimos, estas ordenanzas siguen hablando poderosamente del Evangelio a través de formas tangibles.
7. El Bautismo en el Espíritu Santo
Definición: Todos los creyentes tienen derecho a recibir el bautismo en el Espíritu Santo, una experiencia distinta y subsecuente a la salvación, con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas según el Espíritu.
Apología:
En Hechos 2, el derramamiento del Espíritu no fue solo para los apóstoles. Pedro proclama: “para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos...” (Hechos 2:39). En Hechos 10:44–46 y Hechos 19:1–6, se repite el patrón de la llenura del Espíritu con el hablar en lenguas como manifestación inicial.
Desde una perspectiva teológica, el bautismo en el Espíritu no es para salvación, sino para poder ministerial (Hechos 1:8), para dar testimonio con eficacia y vivir una vida cristiana sobrenatural. No reemplaza la conversión, sino que la capacita. Es la continuidad del mover de Dios en Pentecostés y un cumplimiento del Antiguo Testamento (Joel 2:28–29).
Apologéticamente, aunque algunos rechazan esta doctrina por razones doctrinales o por malas experiencias, el testimonio bíblico y contemporáneo de millones de creyentes pentecostales la validan como un obrar actual del Espíritu. Su fruto se ve en la expansión misionera, renovación espiritual y vidas transformadas.
8. La Evidencia Física Inicial del Bautismo en el Espíritu Santo
Definición: La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo en acuerdo con el relato biblico de el libro de Hechos en diferentes ocaciones es el hablar en otras lenguas como el Espíritu da que se hable, estas lenguas pudieran ser Lenguas Humanas Glosalia que existen mas de 8000 lenguas y dialectos en el mundo y en ocaciones biblicas las personas que hablaron en lenguas desconocidas lo hacian sin percatarse de el significado de lo pronunciado de sus labios a esto el Apostol Pablo en el libro de 1 Corintios 14:13 Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. 14 Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15 ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. El Apostol Pablo hace una fragmentacion del verso 13 en dos partes: 1)hablar lenguas desconocidas y 2) la facultad de hablar con o sin entendimineto esa lengua desconocida para lo cual dice ore a Dios para interpretacion. Por lo Tanto a menos que alguien de testimonio que entiende los 8000 mil lenguajes y dielectos conocidos en la tierra Nos referiremos a las lenguas desconocidas a nuestra interpretacion como Xenolalia
Apología:
En cada caso de bautismo en el Espíritu en el libro de Hechos, el hablar en lenguas está presente o claramente implicado (Hechos 2:4; 10:46; 19:6). No es la única señal de llenura, pero sí la evidencia inicial común que acompaña esta experiencia.
Teológicamente, las lenguas no son un fin en sí mismas, sino una puerta de acceso a la dimensión sobrenatural de la vida espiritual. También son una señal para los incrédulos (1 Corintios 14:22) y una herramienta de edificación personal (1 Corintios 14:4).
Desde una defensa pastoral y apologética, esta práctica ha sido malinterpretada o caricaturizada. Pero cuando se enseña con claridad bíblica, equilibrio y madurez espiritual, las lenguas funcionan como un medio legítimo de expresión espiritual profunda. Su validez no depende de emociones, sino del testimonio claro de la Palabra y del fruto espiritual que produce.
9. La Santificación
Definición: La santificación es un acto definitivo y progresivo por el cual el creyente es separado del pecado y dedicado a Dios. Es tanto una posición en Cristo como un proceso continuo de transformación por el Espíritu.
Apología:
La santificación tiene tres dimensiones:
- Posicional: somos santificados al momento de la conversión (Hebreos 10:10).
- Progresiva: crecemos en santidad diariamente (1 Tesalonicenses 4:3).
- Final: seremos completamente transformados a la imagen de Cristo (1 Juan 3:2).
Teológicamente, la santificación no es meramente moralidad externa, sino una renovación interna por el Espíritu. No es un perfeccionismo legalista, sino un crecimiento continuo en comunión con Dios.
Apologéticamente, la santidad no es un llamado anticuado, sino una respuesta necesaria al amor y la gracia de Dios. En una cultura de relativismo moral, el testimonio de una vida santa, llena de amor y verdad, es uno de los argumentos más poderosos a favor del Evangelio (Mateo 5:16; 1 Pedro 2:12).
10. La Iglesia y su Misión
Definición: La Iglesia es el cuerpo de Cristo, el lugar de comunión de los redimidos, y tiene la misión de evangelizar al mundo, edificar a los creyentes y adorar a Dios.
Apología:
La Iglesia no es una institución humana, sino una organización viva fundada por Cristo (Mateo 16:18), compuesta por todos los creyentes nacidos de nuevo. Su misión tiene tres dimensiones:
- Evangelística – Proclamar el evangelio a toda criatura (Mateo 28:19–20).
- Edificadora – Equipar a los santos para la obra del ministerio (Efesios 4:11–13).
- Adoradora – Vivir para la gloria de Dios en toda forma (Hechos 2:42–47).
Desde una defensa apologética, la Iglesia ha sido atacada por errores humanos, pero su poder redentor y transformador sigue vigente. Es la agencia del Reino en la tierra. La Iglesia no es opcional, es esencial para la vida cristiana saludable.
En una época de individualismo espiritual, la Iglesia local es la evidencia visible del cuerpo de Cristo, donde se experimenta comunidad, verdad, corrección, gracia y servicio.
En la tradición cristiana, especialmente dentro de la Iglesia Evangélica, el Credo de Nicea juega un papel crucial, ya que establece principios fundamentales sobre la naturaleza de la Trinidad, la divinidad de Cristo y la esperanza de la vida eterna. Es importante comprender cómo se aborda la palabra “católica” en el contexto de este credo, ya que puede causar confusión debido a su asociación moderna con la Iglesia Católica Romana.
El Credo de Nicea y la Palabra "Católica"
El Credo de Nicea, redactado en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C., se considera un credo fundamental para muchas denominaciones cristianas, incluyendo las iglesias evangélicas, ya que subraya creencias clave como la naturaleza de Cristo y la Trinidad. Una de las frases más conocidas del credo es:
"Creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica".
Es crucial entender cómo la palabra "católica" se emplea aquí. La palabra "católica" proviene del griego καθολικός (katholikós), que significa "universal" o "según el todo". En el contexto del Credo de Nicea, esta palabra no se refiere a la Iglesia Católica Romana, sino que está hablando de la Iglesia universal, es decir, la Iglesia global de Cristo, que trasciende todas las denominaciones, culturas y naciones.
El Significado Original de "Católica"
Cuando se utiliza la palabra "católica" en el Credo de Nicea, se refiere a la unidad y universalidad de la Iglesia de Cristo. Esto quiere decir que la Iglesia de Jesucristo no está limitada a una nación, raza o región; más bien, es para todos los pueblos y generaciones. No es una referencia a la organización eclesiástica específica de Roma, sino al cuerpo universal de todos los cristianos fieles.
Implicaciones para la Iglesia Evangélica
Dentro del marco evangélico, la palabra "católica" en el Credo se entiende como una afirmación de la universalidad de la Iglesia de Cristo. Los evangélicos creen en la Iglesia universal de Cristo, que está conformada por todos los creyentes auténticos en Cristo, independientemente de su denominación.
Por lo tanto, los evangélicos aceptan el Credo de Nicea en términos de:
- La unidad de la Iglesia: Aunque hay diversas denominaciones, todos los verdaderos creyentes forman parte del Cuerpo de Cristo.
- La universalidad del Evangelio: El mensaje de Cristo es para todas las naciones y para todos los pueblos del mundo.
- La herencia apostólica: La enseñanza y la práctica de la Iglesia están basadas en las Escrituras y en la tradición de los apóstoles, quienes predicaron la verdad de Cristo.
Argumentos Históricos:
- La Iglesia Primitiva y la Diversidad Local: El Nuevo Testamento describe una iglesia primitiva caracterizada por una pluralidad de congregaciones locales autónomas. No existía una estructura jerárquica centralizada con un obispo de Roma ejerciendo autoridad universal. Iglesias en Jerusalén, Antioquía, Corinto, Éfeso y otras ciudades operaban con su propio liderazgo (ancianos/obispos locales) y tomaban sus propias decisiones, manteniendo comunión entre sí pero sin estar sujetas a una autoridad terrenal única. Los concilios ecuménicos tempranos fueron convocados por emperadores o por consenso de los líderes de diversas iglesias, no por un primado romano.
- El Surgimiento Gradual del Primado Romano: La primacía del obispo de Roma no fue un hecho inmediato ni universalmente aceptado en los primeros siglos del cristianismo. Si bien Roma era una iglesia importante por su conexión con los apóstoles Pedro y Pablo y por ser la capital del Imperio, otras sedes como Jerusalén, Antioquía, Alejandría y Constantinopla también tenían gran importancia teológica e histórica. El desarrollo del primado romano fue un proceso gradual, impulsado por factores políticos, geográficos y teológicos, y encontró resistencia significativa en Oriente.
- El Cisma de Oriente (1054): Este evento histórico crucial dividió formalmente el cristianismo entre la Iglesia Ortodoxa Oriental y la Iglesia Católica Romana. Las diferencias doctrinales (como la cláusula Filioque en el Credo de Nicea) y las disputas sobre la autoridad papal fueron causas fundamentales. La Iglesia Ortodoxa, con sus diversas iglesias autocéfalas, reclama una continuidad histórica con la iglesia primitiva y rechaza la primacía jurisdiccional universal del obispo de Roma.
- La Reforma Protestante (Siglo XVI): Este movimiento masivo surgió como una protesta contra lo que muchos consideraban desviaciones doctrinales y prácticas no bíblicas dentro de la Iglesia Católica de la época. Líderes como Martín Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zwinglio, basándose en su interpretación de las Escrituras, abogaron por la sola scriptura (la Biblia como única autoridad), la sola gratia (salvación solo por gracia), la sola fide (salvación solo por fe), el solus Christus (solo Cristo como mediador) y el soli Deo gloria (gloria solo a Dios). La Reforma dio lugar a numerosas denominaciones protestantes que se consideran parte de la iglesia de Cristo, aunque no estén en comunión con Roma.
- Evidencia Arqueológica y Documental: La investigación histórica y arqueológica continúa revelando la diversidad de prácticas y creencias en el cristianismo primitivo, lo que desafía una visión monolítica centrada exclusivamente en Roma desde el principio.
Argumentos Bíblicos:
- El Liderazgo Plural en el Nuevo Testamento: El Nuevo Testamento describe el liderazgo de las iglesias locales en términos de pluralidad: ancianos (presbyteroi) u obispos (episkopoi) que supervisaban la congregación (Hechos 14:23; Tito 1:5-7; 1 Pedro 5:1-5). No se presenta un modelo de un único líder universal con autoridad suprema sobre todas las iglesias.
- La Igualdad de los Apóstoles: Si bien Pedro tuvo un papel prominente entre los apóstoles, no se le otorga una autoridad jurisdiccional sobre los demás. Pablo, por ejemplo, se consideraba un apóstol llamado directamente por Cristo y ejerció su ministerio con independencia (Gálatas 1:1, 11-24; 2 Corintios 11:5). El Concilio de Jerusalén (Hechos 15) fue presidido por Santiago, el medio hermano de Jesús, no por Pedro actuando como líder supremo.
- El Énfasis en Cristo como la Única Cabeza de la Iglesia: Efesios 1:22-23 y Colosenses 1:18 presentan a Cristo como la única cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo. Muchas tradiciones cristianas interpretan esto como que ningún líder humano terrenal puede ocupar ese lugar de autoridad suprema.
- El Llamado a la Unidad en la Diversidad: Si bien Jesús oró por la unidad de sus seguidores (Juan 17), esta unidad a menudo se entiende como una unidad espiritual y de propósito, no necesariamente una uniformidad estructural o una sumisión a una única autoridad terrenal. La Biblia reconoce la existencia de diferentes dones y ministerios dentro del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12), lo que podría interpretarse como espacio para la diversidad de expresiones de la iglesia.
- La Advertencia contra la Adición a las Escrituras: Muchas tradiciones cristianas se basan en el principio de sola scriptura, argumentando que la fe y la práctica deben basarse únicamente en la Biblia. Creen que la adición de dogmas y tradiciones que no se encuentran explícitamente en las Escrituras puede desviar a la iglesia de su fundamento apostólico.
La Práctica del Credo de Nicea en la Iglesia Evangélica
Aunque no todas las iglesias evangélicas recitan formalmente el Credo de Nicea en sus cultos, muchos lo consideran un fundamento teológico y un punto de acuerdo común entre todas las tradiciones cristianas históricas. De hecho, el Credo de Nicea establece las bases doctrinales sobre los cuales se han desarrollado muchas de las enseñanzas evangélicas sobre Cristología, Trinidad y la esperanza de la vida eterna.
En resumen, la palabra "católica" en el Credo de Nicea, en el contexto de la Iglesia Evangélica, hace referencia a la Iglesia universal o global de Cristo, en lugar de la Iglesia Católica Romana. En la práctica, esto subraya la unidad y universalidad de todos los creyentes en Cristo, independientemente de su denominación o contexto cultural.
11. El Ministerio de los Creyentes
Definición: Todos los creyentes son llamados a participar en el ministerio de Cristo, y tienen el derecho y la responsabilidad de ejercer dones espirituales para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Apología:
En 1 Pedro 2:9, la Escritura declara que los creyentes son “linaje escogido, real sacerdocio”, lo que implica que cada cristiano tiene una función activa en el ministerio. La idea de un "ministerio profesional" reservado solo para algunos es ajena al Nuevo Testamento, donde todos los miembros del Cuerpo de Cristo son llamados a servir (Efesios 4:12).
El ministerio de los creyentes refuerza la doctrina de la igualdad cristiana ante Dios, que no distingue entre clero y laicos, sino que todos están llamados a la obra del ministerio (1 Corintios 12:4–11). La diversidad de dones espirituales (como profecía, sanidad, enseñanza) refleja la pluralidad y unidad del Cuerpo de Cristo.
Apologéticamente, este enfoque desafía tanto al individualismo como al clericalismo, promoviendo una Iglesia en la que todos tienen un papel activo. La experiencia contemporánea muestra que un laicado capacitado y motivado es clave para el avivamiento y la expansión del Evangelio.
12. La Sanidad Divina
Definición: La sanidad divina es proporcionada por la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Los creyentes tienen derecho a recibir sanidad física, emocional y espiritual por medio de la fe en Cristo.
Apología:
La sanidad divina es una enseñanza bíblica clara desde el Antiguo Testamento (Isaías 53:5) hasta el Nuevo Testamento (Mateo 8:16-17; Santiago 5:14-16). Jesús demostró poder sobre la enfermedad en su ministerio terrenal, y este poder sigue vigente hoy a través del Espíritu Santo.
Teológicamente, la sanidad no es una garantía automática, sino una bendición de la gracia de Dios que puede suceder en cualquier momento, aunque también puede estar condicionada a la voluntad soberana de Dios y la fe del creyente. La sanidad no es un fin en sí misma, sino un medio para glorificar a Dios.
Apologéticamente, los milagros y la sanidad divina siguen siendo una poderosa evidencia de la intervención de Dios en el mundo. Aunque la ciencia y la medicina son recursos valiosos, la sanidad divina recuerda que Dios tiene la última palabra sobre nuestra salud (Salmo 103:3).
13. La Segunda Venida de Cristo
Definición: Jesucristo regresará en persona y en gloria a la tierra para juzgar a los vivos y los muertos, y para establecer su reino eterno.
Apología:
La Segunda Venida de Cristo es una de las doctrinas más claras y recurrentes en el Nuevo Testamento, con más de 300 referencias. Hechos 1:11 proclama que “este mismo Jesús... así vendrá... como le habéis visto ir al cielo”. Esta promesa de retorno es el anhelo escatológico de la Iglesia a lo largo de la historia.
Teológicamente, la Segunda Venida tiene dos aspectos: arrebatamiento de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16-17) y el juicio final (Mateo 25:31–46). Estos eventos estarán marcados por la restauración de todas las cosas, la derrota del mal y el establecimiento de un reino de paz y justicia.
Apologéticamente, el regreso de Cristo es el anhelo más profundo del creyente, que le da esperanza frente al sufrimiento y la injusticia presente. En un mundo donde el secularismo intenta negar la trascendencia, la promesa de un retorno divino es un recordatorio esencial de que la historia no es cíclica ni aleatoria, sino que tiene un propósito divino.
14. El Juicio Final
Definición: Todos los hombres, vivos y muertos, comparecerán ante el tribunal de Cristo para ser juzgados de acuerdo a sus obras.
Apología:
El juicio final es una enseñanza bíblica universalmente aceptada, representada en Apocalipsis 20:11–15. Este juicio no es arbitrario, sino que se basa en la justicia perfecta de Dios, y será conforme a las obras de cada persona (2 Corintios 5:10).
La Escritura distingue entre el juicio de los justos (recompensa) y el de los impíos (condenación), donde la salvación por gracia no se basa en obras, pero las obras reflejan la verdadera fe que se tiene en Cristo (Santiago 2:14–26). El juicio es necesario para que se haga justicia y se restaure el orden.
Apologéticamente, el juicio final es un recordatorio de la soberanía de Dios sobre la humanidad. La idea de que Dios tiene la última palabra sobre el destino humano ofrece una visión moral que contrasta con el relativismo ético contemporáneo.
15. El Cielo y el Infierno
Definición: El cielo es el lugar eterno de gloria, donde los creyentes vivirán en la presencia de Dios. El infierno es el lugar eterno de separación de Dios, reservado para los impíos.
Apología:
El cielo y el infierno son realidades bíblicas que sirven como un contraste en la enseñanza cristiana sobre el destino eterno. Mateo 25:46 afirma que "los justos irán a la vida eterna, y los impíos a la condenación eterna". El cielo es descrito en términos de alegría, paz y la presencia plena de Dios (Apocalipsis 21:1–4), mientras que el infierno es un lugar de tormento y separación (Lucas 16:23–24).
Teológicamente, la eternidad del cielo y el infierno subraya la importancia de la decisión humana de seguir a Cristo. Aunque el infierno no es una doctrina popular, es una parte integral de la justicia divina, donde se respeta el libre albedrío de aquellos que rechazan la gracia.
Apologéticamente, la doctrina del infierno ofrece una respuesta al problema del mal: Dios no fuerza a nadie a amarlo, pero respeta las decisiones de aquellos que lo rechazan. El cielo, en su contraste, ofrece la esperanza para los que aceptan el sacrificio de Cristo.
16. La Misión Mundial de la Iglesia
Definición: La Iglesia tiene la responsabilidad de evangelizar el mundo, predicar el evangelio a todas las naciones y hacer discípulos de todas las personas, conforme al mandato de Cristo.
Apología:
La gran comisión de Jesús en Mateo 28:18–20 es clara: la Iglesia debe ir y hacer discípulos de todas las naciones. Este mandato no solo es para los apóstoles, sino para toda la Iglesia, que es el instrumento de Dios para alcanzar al mundo con el evangelio.
Teológicamente, la misión mundial es esencial porque refleja el corazón de Dios para la humanidad (1 Timoteo 2:4). El evangelio no es una opción, sino una responsabilidad universal. La misión mundial también muestra la justicia de Dios, ya que Romanos 10:14 señala que nadie puede ser salvo sin escuchar el evangelio.
Apologéticamente, la misión mundial es el motor de la Iglesia y su propósito fundamental en la historia. El crecimiento global de la Iglesia, incluso en contextos hostiles, demuestra que el evangelio tiene un poder inquebrantable y transformador. Además, la labor misionera provee una respuesta contra el ethnocentrismo y el particularismo, promoviendo un evangelio universal.